Un perdedor tras otro se nos muestra en la axfisiante película de Sydney Pollack, «Danzad, danzad, malditos» (1969). Todos intentando hacerse hueco en el vacío que significa una pista de baile donde se baila hasta reventar. También se come y se bebe hasta reventar: y se intenta ser alguien, y después se revienta.
Pocas líneas y ese estiramiento feroz, anormal y muy humano, de la figura intentando aferrarse a qué
y tras ese momento, igual que los profetas,
con inmensa ternura amo el mar y el desierto;
y sonrío en los duelos y en las fiestas sollozo
y encuentro un gusto grato al más ácido vino…
Forrest Whitaker es Charlie Parker, el saxofonista mejor de la historia
Tienen poco que ver salvo el personaje pero la última semana le eché un ojo a la película «Bird» (1988) de Clint Eastwood (que a sus más de 80 años sigue haciendo el mejor cine americano, manda huevos, guste o no) y a pesar de ser larguísima, meticulosa e infernal, pude comprender que la genialidad es una tara para conseguir ser normal: y luchamos por ello. La película vale la pena por la extraordinaria interpretación de Forrest Whitaker; un actor infravaloradísimo.
Me pregunto si el director del Hotel Masaccio, en Florencia, tendrá idea de qué nombre ha dado a su establecimiento. Conozco de igual manera varios bares llamados Unamuno y solamente observo suciedad en la barra y muchas colillas en el suelo. También creo saber que estos nombres no atraen por llamarse así o asá: no tienen ese encanto los nombres. Aún.
Masaccio vivió 27 años y pasó gran parte de ese tiempo entre muros sin imprimación de iglesias hechas según el estilo de ese momento. Masaccio es esencia viva de la cultura renacentista, es la esencia viva de Florencia; una ciudad que parece joven y que lucha por no pudrirse.
Con 53 años moría en San Petersburgo el compositor ruso Tchaikovsky. Su última obra, según cuentan los entendidos, era un claro reflejo de su estado permanente de depresión. El nombre: «Patética» (1893). Walt Disney, con buen criterio, prefirió para la obra maestra de «Fantasía» (1940) una parte del «Cascanueces». Por algo sería.
Nadie sabe que será el futuro y nadie puede saberlo. Lo único que sabemos a ciencia cierta es que desde que todo el mundo se ocupa del futuro no se puede comer uno una tortilla decente.
Fausto es uno de los mitos literarios que más ha trascendido a lo largo de los tiempos. No sé bien qué es lo que hace que unos mitos sobrepasen los límites del tiempo y otros vayan directos al olvido, el caso es que con este fragmento de la obra de Goethe todos podemos sentirnos algo identificados:
» Dos almas ¡ay de mí!, imperan en mi pecho y cada una de la otra anhela desprenderse. Una, con apasionado amor que nunca se fatiga, como con garras de acero a lo terreno se aferra; la otra a trascender las nieblas terrestres aspira, buscando reinos afines y de más alta estirpe.
(…)
Devuélveme el impulso sin mesura, la dicha dolorosa en lo profundo, la fuerza de odio y el poder de amor, ¡Devuélveme otra vez mi juventud. » Lee el resto de esta entrada »
Te amo, te amo más que a todo, más que a los niños, más que a los campos que planté con mis manos, más que a la plegaria de la mañana, más que a la paz, más que nuestros alimentos. Te amo más que al amor, o que a la alegría, o a la vida entera. Te amo más que a Dios.