Los placeres y los días

Es un grito y nadie puede oirlo, solo tú…

Ideas generales

Posted by rayuelo en 26 febrero 2009

La Maga es uno de los personajes más inquietantes con los que me he topado en literatura; quizá el mejor personaje femenino (junto con la gran Lady Macbeth, de Shakespeare). Es ingenua, es transparente, tierna y quizá por todo ello es intimidadora. A mí me gustan un poquito esas mujeres que intimidan… Cuentan que en el París de cuando Cortázar escribió «Rayuela» todas las chicas querían ser La Maga: y no era la más inteligente, ni la más guapa, ni la más atractiva; era otra cosa.

Os dejo con un fragmento del Capítulo 15, que añadiré a las «rayueladas», donde La Maga, esa uruguaya, cuenta la violación que sufrió con trece años.

-En Montevideo no había tiempo, entonces -dijo la Maga-. Vivíamos muy cerca del río, en una casa grandísima con un patio. Yo tenía siempre trece años, me acuerdo tan bien. Un cielo azul, trece años, la maestra de quinto grado era bizca. Un día me enamoré de un chico rubio que vendía diarios en la plaza. Tenía una manera de decir «dário» que me hacía sentir como un hueco aquí… Usaba pantalones largos pero no tenía más de doce años. Mi papá no trabajaba, se pasaba las tardes tomando mate en el patio. Yo perdí a mi mamá cuando tenía cinco años, me criaron unas tías que después se fueron al campo. A los trece años estábamos solamente mi papá y yo en la casa. Era un conventillo y no una casa. Había un italiano, dos viejas, y un negro y su mujer que se peleaban por la noche pero después tocaban la guitarra y cantaban. El negro tenía unos ojos colorados, como una boca mojada. Yo les tenía un poco de asco, prefería jugar en la calle. Si mi padre me encontraba jugando en la calle me hacía entrar y me pegaba. Un día, mientras me estaba pegando, vi que el negro espiaba por la puerta entreabierta. Al principio no me di bien cuenta, parecía que se estaba rascando la pierna, hacía algo con la mano… Papá estaba demasiado ocupado pegándome con un cinturón. Es raro cómo se puede perder la inocencia de golpe, sin saber siquiera que se ha entrado en otra vida. Esa noche, en la cocina, la negra y el negro cantaron hasta tarde, yo estaba en mi pieza y había llorado tanto que tenía una sed horrible, pero no quería salir. Mi papá tomaba mate en la puerta. Hacía un calor que usted no puede entender, todos ustedes son de países fríos. Es la humedad, sobre todo, cerca del río, parece que en Buenos Aires es peor, Horacio dice que es mucho peor, yo no sé. Esa noche yo tenía la ropa pegada, todos tomaban y tomaban mate, dos o tres veces salí y fui a beber de una canilla que había en el patio entre los malvones. Me parecía que el agua de esa canilla era más fresca. No había ni una estrella, los malvones olían áspero, son unas plantas groseras, hermosísimas, usted tendría que acariciar una hoja de malvón. Las otras piezas ya habían apagado la luz, papá se había ido al boliche del tuerto Ramos, yo entré el banquito, el mate y la pava vacía que él siempre dejaba en la puerta y que nos iban a robar los vagos del baldío de al lado. Me acuerdo que cuando crucé el patio salió un poco la luna y me paré a mirar, la luna siempre me daba como frío, puse la cara para que desde las estrellas pudieran verme, yo creía en esas cosas, tenía nada más que trece años. Después bebí otro poco de la canilla y me volví a mi pieza que estaba arriba, subiendo una escalera de fierro donde una vez a los nueve años me disloqué un tobillo. Cuando iba a encender la vela de la mesa de luz una mano caliente me agarró por el hombro, sentí que cerraban la puerta, otra mano me tapó la boca, y empecé a oler a catinga, el negro me sobaba por todos lados y me decía cosas en la oreja, me babeaba la cara, me arrancaba la ropa y yo no podía hacer nada, ni gritar siquiera porque sabía que me iba a matar si gritaba y no quería que me mataran, cualquier cosa era mejor que eso, morir era la peor ofensa, la estupidez más completa. ¿Por qué me mirás con esa cara, Horacio? Le estoy contando cómo me violó el negro del conventillo, Gregorovius tiene tantas ganas de saber cómo vivía yo en el Uruguay.
-Contáselo con todos los detalles -dijo Oliveira.
-Oh, una idea general es bastante -dijo Gregorovius.
-No hay ideas generales -dijo Oliveira.

5 respuestas to “Ideas generales”

  1. slumdar2 said

    Rayuelo. I need this book please.

  2. María said

    Me encanta y además me llama de todo el texto una frase más que ninguna:
    «Es raro cómo se puede perder la inocencia de golpe, sin saber siquiera que se ha entrado en otra vida»
    Afirmación dura como la vida misma

  3. altisidora said

    A mí personalmente, como personajes femeninos, me gustan muchísimo: Amaranta Buendía (100 Años de Soledad), Campanilla (Peter Pan), Altisidora (El Quijote), Elizabeth Bennet (Orgullo & Prejuicio), o Goneril (la hija mayor del Rey Lear), por ejemplo.

    María: Gracias por la visita al Blog. Os visitaré con frecuencia.

  4. rayuelo said

    Altisidora, se nota que tienes gusto literario; DE TUS ELECCIONES ME QUEDO SIN DUDA CON GONERIL. De acuerdo en que Shakespeare tenía fabulosos personajes femininos, que nunca eran complemento sino esencia misma de la obra.

    Nos leemos en nuestros respectivos blogs.

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