El tema es apasionante y nada simple. Se trata del sentido de la vida, del sufrimiento del ser humano, de la absurdez de la vida, del milagro que supone la misma, de valientes que viven y se quitan la vida… En el fondo, de algo que nos supera a todos: el ser humano. Nosotros mismos. Lee el resto de esta entrada »
Fragmento de «Jugadores» (1977), de Don DeLillo. Un tipo que cuenta en otra de sus fabulosas novelas («Submundo», 1997) la historia de América mientras vuela una pelota de béisbol: Lee el resto de esta entrada »
El S. XX concibió, y quiso para él solo, a personajes tan fantásticos como Alberto Moravia. Creo que nadie como él ha comprendido lo que ha sido para el alma ese siglo que le absorbió: viene a decir, en todo lo que he leído de él, que el hombre que el conoce es una persona aburrida (tiene una obra que, precisamente, se llama «La noia», el aburrimiento en italiano) por naturaleza y que necesita gastar su tiempo; que la burguesía apesta a pobedumbre moral.
No ignoro que el recurso de beber para huir es un viejo truco pero ¿conoces tú alguno más eficaz para escapar de ti mismo? Una copa acartona el recuerdo, pero, al propio tiempo, convierte la onerosa gravedad de tu cuerpo en una suerte de porosidad flotante. Algo parecido a la fiebre. Pasado el trance, sobreviene el decaimiento, pero hay un medio para evitarlo: mantener en sangre una dosis de alcohol que te imbuya la impresión de que participas en la vida, de que la vida no pasa sobre el hoyo en que te pudres sin advertirlo. Esta forma de energía suele identificarse con la alegría, aunque, por supuesto, no es la alegría…
y tras ese momento, igual que los profetas,
con inmensa ternura amo el mar y el desierto;
y sonrío en los duelos y en las fiestas sollozo
y encuentro un gusto grato al más ácido vino…
Con 53 años moría en San Petersburgo el compositor ruso Tchaikovsky. Su última obra, según cuentan los entendidos, era un claro reflejo de su estado permanente de depresión. El nombre: «Patética» (1893). Walt Disney, con buen criterio, prefirió para la obra maestra de «Fantasía» (1940) una parte del «Cascanueces». Por algo sería.
Casi se está acabando «Rayuela» cuando en el Capítulo 149 resuenan estos versos de Octavio Paz. Justo antes, en el Capítulo 66, se ha hablado de la stupa de Sanchi, de su decoración obsesiva y embaucadora: la puerta a un templo budista de antigüedad difícilmente datable… Lee el resto de esta entrada »